sábado, 21 de abril de 2012

16 de Octubre de 1811. Acción de Ayerbe.

Después de manifestar el general Mina que en el mes de octubre recibió una invitación del general Mendizabal que mandaba a la sazón el 7º ejército, para si le era posible, hiciera un dispersión con sus tropas hacia Aragón para llamar allí la atención de las tropas francesas que operaban en Cataluña y Valencia, dice Espoz y Mina en sus Memorias inéditas:

"Con dicho objeto desde Leoz, marché a Sangüesa para donde cité a los batallones 1º y 2º y parte de la caballería. Cuando antes cada batallón contaba su completo de mil y doscientas plazas, entre los dos no reunían hoy este número. ¡Tan mal pasados quedaron en la acción entre Lerín y Baigorri! Y con ellos, dejando el resto de los otros dos batallones en Navarra para entretener allí a los enemigos, me puse en marcha para Aragón, precedida una pequeña expedición que hice a Tafalla a apoderarme como lo efectué de un repuesto de víveres que los franceses tenían almacenados.

Llegado a Egea sin tropiezo quise apoderarme como lo efectué de un repuesto de víveres que los franceses tenían almacenados. Llegado a Egea sin tropiezo quise apoderarme de la guarnición que me dijeron se componía de cuatrocientos hombres, pero no tenía suficiente tropa para circunvalar todo el pueblo, y aunque tuvimos dos días de fuego pudieron en la noche del segundo fugarse sin más lesión que la de haber perdido algunos hombres entre muertos y prisioneros.

Seguí a sitiar Ayerbe donde tenían una fortificación y antes de poder escalarla, llegó una columna de más de mil infantes y cuarenta caballos. Dejando el sitio hube de tomar posiciones para esperarlos. Colocados en presencia unos de otros los insolentes enemigos se pusieron a darnos voces insultantes engreídos con el feliz suceso que les cupo en Lerín. Corro precipitadamente por entre las filas "ánimo, muchachos", les digo, "hoy es el día de vengarnos de esta infame canalla ¿tenéis valor?", les pregunto, y a una voz fuerte sonora responden, "si, mi general, hasta morir", "Pues a ellos", continúo, "que hoy va a ser para nosotros un día de gloria".

Y dando los jefes el ejemplo de arrojo le arremeten al enemigo con tal serenidad y firmeza que bien pronto se hizo conocer que había en los voluntarios más corazón del que hacía un momento les suponían sus contrarios por voces y gestos propios de arlequines o muñecos. Se quisieron hacer valientes, pero mal les estaba contra los hombres corajudos y dueños de si mismos. Retirándose maniobrando con destreza, formaron cuadro una, dos, tres y hasta cuatro veces, pero mis voluntarios no reconocían táctica más sublime que la de echarse sobre el enemigo y rendirle y matarle. Así caminaba en retirada el francés formando cuadros y la división siempre sobre él rompiéndoles y dejando muchos enemigos fuera de combate."

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